El sensor de oxígeno disuelto de laboratorio se especializa en cuantificar la cantidad de oxígeno disuelto en un medio líquido. Utilizando métodos galvánicos u ópticos, mide con precisión este parámetro crucial. Los sensores galvánicos se basan en una reacción química entre el oxígeno y los electrodos para generar una corriente eléctrica, mientras que los sensores ópticos utilizan el enfriamiento de fluorescencia por las moléculas de oxígeno. Este sensor es vital en la acuicultura para mantener niveles óptimos de oxígeno para la supervivencia y el crecimiento de los peces. En las plantas de tratamiento de aguas residuales, ayuda a monitorear la eficiencia de los procesos aeróbicos. Tiene una membrana altamente sensible que permite una detección precisa de oxígeno, incluso en pequeñas cantidades. El sensor está diseñado para ser fácilmente calibrado, asegurando resultados consistentes y confiables con el tiempo. Su capacidad para trabajar en sistemas líquidos estáticos y fluidos lo hace versátil para diferentes configuraciones de laboratorio.